Si conseguimos que no se produzca ningún atropello por la vía legislativa con la aprobación de las patentes de software en Europa o similares, el software libre convivirá por muchos años con el software privativo. No creo que ninguno de los dos modelos desbanque al otro. Tengo mis dudas acerca de la madurez tecnológica de la sociedad europea para valorar el daño que podría ocasionar una legislación a favor de las patentes de software y mis dudas se convierten en certezas cuando leo algunas declaraciones de políticos en Bruselas. El modelo de patentes de software está fracasando estrepitosamente en Estados Unidos e importarlo aquí no haría sino agravar el problema. El software ya tiene suficiente protección legal con el copyright, reconocido internacionalmente. No necesitamos minar nuestros prados para que el ganado del vecino no paste en él, basta con poner unas vallas y un candado.
Considero que ese cambio de paradigma ya se ha dado: una empresa de desarrollo de software privativo ya no tiene a sus usuarios cautivos, porque sabe que como no los trate bien, como no los mime, buscarán alternativas en el software libre, incluso en los casos en los que la alternativa libre sea inferior técnicamente (no todos los usuarios de Microsoft Word necesitan usar todas sus funcionalidades, quizá OpenOffice Writer haga todo lo que necesiten y mucho más). Esto ha supuesto una motivación extra a las empresas de software privativo para mejorar, y eso es bueno.
Mi bola de cristal tiene nubes, pero me aventuro a decir que el futuro de la informática está en la Red y en la interoperabilidad. Necesitamos software que entienda miles de formatos y pueda generar otros tantos, que pueda comunicarse casi con cualquier otro programa y que lo haga a través de redes muy heterogéneas. Google está entendiendo esto muy bien y está llevando muchas de las aplicaciones típicas como ofimática o retoque fotográfico a la Red. También ha sido visionaria y se ha dado cuenta de que no todo es Red y a veces necesitamos trabajar offline. El resto de empresas grandes están en la misma línea, por lo que todo apunta a que en los próximos años, éste será el tablero de juego.
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